Descripción
Las contemplaciones, de Tomás Rodríguez Reyes.
Rilke paseaba asiduamente por un sendero que bordeaba un acantilado cerca del Castillo de Duino. Cuando estuve recorriendo ese sendero, en Trieste, pude comprobar que desde él jamás se pierde la vista a la figura en el horizonte del Castillo. Sabía Rilke que, aunque ese sendero lo condujera (como ocurrió tantas veces) a una exploración del ser muy profunda, jamás perdería de su consciencia la luz velada de la poesía. La poesía era ese mismo Castillo figurando, en el horizonte, la permanencia y la transformación, la contemplación insondable del ser.